En la relación de pareja influyen no sólo los mandatos sociales, sino también los mandatos familiares, los que muchas veces tienen que ser contenidos en un espacio psicoterapéuticos para des/cubrir su verdaderas causas, que siempre son actuales, aunque hayan partido del pasado..
La pareja es una estructura vincular entre dos personas que se da desde un momento dado, cuando se establece el compromiso de formarla en toda su amplitud, puedan cumplirla o no. Antropológicamente, se trata de una “alianza matrimonial”, para lo cual hay prescripciones e inscripciones sociales. Claro que en los tiempos actuales esta concepción ha tenido profundas variaciones.
Una pareja no se logra en plenitud, a menos que se admita que siempre van a haber diferencias, lo cual -para muchos- implica de por sí el amor.
También debe haberse logrado cierta autonomía en relación a las familias de origen de cada uno, lo cual permite establecer un momento originario de la pareja y de su propia historia.
Los problemas que aparecen en las parejas son múltiples: Celos, responsabilidades nuevas, obligaciones, manutención, aburrimiento, falta de comprensión de uno por el otro, inestabilidad emocional, influencia de terceros, falta de diálogo, incapacidad para escuchar, etc, etc., etc.
Cada persona va adquiriendo desde su crianza esquemas, forma de ver de ver el mundo y de relacionarse con los otros. Comprender estas particularidades en uno, pero también en el otro, posibilitan un recorrido vincular más equilibrado.
A veces, esto no sucede. Otras, eventos disruptivos, imprevistos, hacen peligrar la continuidad o la estabilidad de la relación. Es necesario entonces recrear un campo de diálogo terapéutico.
En la relación de pareja influyen no sólo los mandatos sociales, sino también los mandatos familiares, los que muchas veces tienen que ser contenidos en un espacio psicoterapéuticos para des/cubrir su verdaderas causas, que siempre son actuales, aunque hayan partido del pasado..
La pareja es una estructura vincular entre dos personas que se da desde un momento dado, cuando se establece el compromiso de formarla en toda su amplitud, puedan cumplirla o no. Antropológicamente, se trata de una “alianza matrimonial”, para lo cual hay prescripciones e inscripciones sociales. Claro que en los tiempos actuales esta concepción ha tenido profundas variaciones.
Una pareja no se logra en plenitud, a menos que se admita que siempre van a haber diferencias, lo cual -para muchos- implica de por sí el amor.
También debe haberse logrado cierta autonomía en relación a las familias de origen de cada uno, lo cual permite establecer un momento originario de la pareja y de su propia historia.
Los problemas que aparecen en las parejas son múltiples: Celos, responsabilidades nuevas, obligaciones, manutención, aburrimiento, falta de comprensión de uno por el otro, inestabilidad emocional, influencia de terceros, falta de diálogo, incapacidad para escuchar, etc, etc., etc.
Cada persona va adquiriendo desde su crianza esquemas, forma de ver de ver el mundo y de relacionarse con los otros. Comprender estas particularidades en uno, pero también en el otro, posibilitan un recorrido vincular más equilibrado.
A veces, esto no sucede. Otras, eventos disruptivos, imprevistos, hacen peligrar la continuidad o la estabilidad de la relación. Es necesario entonces recrear un campo de diálogo terapéutico.