La principal causa que lleva a consulta es porque uno siente que sufre, algo está haciendo mal, uno está incómodo con su ser. Cómo resolver esto es nuestro trabajo compartido.
La vida nos somete a situaciones estresantes y muchas veces nos podemos sentir avasallados por una serie de exigencias a las que no le vemos sentido cumplir ni padecer.
Justamente, muchas de las consultas actuales derivan de cierta languidez emocional, o falta de ganas... falta de deseo en última instancia.
Esto hace que el día a día empiece a carecer de sentido, propiciándose insidiosamente una falta de vitalidad que va contaminando cada área de nuestra cotidianeidad.
Lo curioso es que esto sucede muchas veces sin que parezca haber un detonante puntual, es decir que no hay nada que uno pueda identificar como el origen, como la causa, de este malestar, o mal-estar en el mundo.
Lo lógico sería que surgiese a partir, por ejemplo, de una pérdida puntual, frente a la cual a veces es muy dificil sentir que se puede seguir adelante.
Por otra parte, también existen exigencias culturales que definen qué es lo valorado y qué no para ser tenido en cuenta, o qué condiciones son necesariamente obligatorias para desarrollar un proyecto vital, profesional... de vida.
Es importante poder tener un espacio para discriminar de qué se trata esta falta de sentido, para poder recuperar energía libidinal y reconectarse a la vida de una manera más saludable para uno, en términos -también- de tolerar ciertos malestares de la vida también.
La principal causa que lleva a consulta es porque uno siente que sufre, algo está haciendo mal, uno está incómodo con su ser. Cómo resolver esto es nuestro trabajo compartido.
La vida nos somete a situaciones estresantes y muchas veces nos podemos sentir avasallados por una serie de exigencias a las que no le vemos sentido cumplir ni padecer.
Justamente, muchas de las consultas actuales derivan de cierta languidez emocional, o falta de ganas... falta de deseo en última instancia.
Esto hace que el día a día empiece a carecer de sentido, propiciándose insidiosamente una falta de vitalidad que va contaminando cada área de nuestra cotidianeidad.
Lo curioso es que esto sucede muchas veces sin que parezca haber un detonante puntual, es decir que no hay nada que uno pueda identificar como el origen, como la causa, de este malestar, o mal-estar en el mundo.
Lo lógico sería que surgiese a partir, por ejemplo, de una pérdida puntual, frente a la cual a veces es muy dificil sentir que se puede seguir adelante.
Por otra parte, también existen exigencias culturales que definen qué es lo valorado y qué no para ser tenido en cuenta, o qué condiciones son necesariamente obligatorias para desarrollar un proyecto vital, profesional... de vida.
Es importante poder tener un espacio para discriminar de qué se trata esta falta de sentido, para poder recuperar energía libidinal y reconectarse a la vida de una manera más saludable para uno, en términos -también- de tolerar ciertos malestares de la vida también.