Es corriente escuchar en las comunicaciones cotidianas la expresión vulgarizada del término "depresión", cuando en muchas ocasiones no se trata de otra cosa que de un estado pasajero.
La tristeza, si bien puede parecer difícil de aceptar, no es algo malo en sí. Es un sentimiento de dolor anímico producido por un suceso desfavorable, que suele manifestarse con un estado de ánimo pesimista, acompañado de insatisfacción y ganas de llorar, aunque no necesariamente. La tristeza permite tramitar una pérdida, es en sí el proceso de tramitación psíquica de dicha pérdida: una persona querida, un examen importante o no... un campeonato deportivo.
En cambio, la depresión es un estado de no elaboración del duelo, es permanente, habiendo llegado para quedarse. Anula -según sea el grado- la capacidad de trabajar, la iniciativa, la posibilidad de amar, incluyendo un desinterés visible y manifiesto por los atractivos de la vida, desvitalizándose todo proyecto vital.
En la tristeza, ante situaciones disruptivas, por lo inesperadas, se produce habitualmente el proceso que comunmente llamamos duelo, cuyo transitar no anula la capacidad de trabajar y disfrute en forma completa, ya que el vínculo con el mundo compartido, con los lazos sociales, se mantiene. La tristeza es sabia, ya que se trata de un trabajo psíquico que ayuda a aceptar los cambios. Siempre dentro de un tiempo prudencial.
La depresión, a veces tomada como sinónimo de melancolía, tiene otra característica. Es un trastorno de salud mental abrumador y continuo que puede impactar drásticamente en la vida diaria. Es un estado que se ha vuelto permanente, y paraliza la vida completa de la persona. En el extremo, estamos hablando de un proceso melancólico.
Está bien ponerse triste, porque así se logra trabajar, metabolizar, llorar y aceptar al fin el objeto perdido (un trabajo, un amor... una competencia). En cambio, está comprobado que la supresión de la tristeza cuando es necesario transitarla, puede traducirse en depresión encubierta.
Esto último sucede a veces cuando se produce lo que se llama negación de un estado emocional, en donde aparecen estados maníacos y la gente puede asombrarse por ese estado que no concuerda con la pérdida. Este estado también es patológico, ya que la
En otro nivel, también se habla de angustia. Esto es un sentimento que incluye a veces sensaciones de ahogo, opresión en el tórax, sofocamiento, los llamados nudos en la garganta. Se trata de un sentimiento que invade a la persona, siendo en general su causamiento desconocido para el mismo, por eso es diferente a la tristeza.
La angustia es una señal de peligro frente a algo que la persona desconoce, que tiene origen desconocido, a diferencia del miedo a algo concreto y real, o de la fobia, que tiene un objeto al que se le tiene miedo, pero que no deja de ser un derivado de la angustia que ha encontrado un objeto.
Son conceptos que pueden separarse para poder acercarnos a una mejor comprensión, pero muchas veces estos van juntos.
Es importante generarse un espacio de pregunta frente a estos estados, para poder comprender lo que sucede y así poder desanudarlos.
Es corriente escuchar en las comunicaciones cotidianas la expresión vulgarizada del término "depresión", cuando en muchas ocasiones no se trata de otra cosa que de un estado pasajero.
La tristeza, si bien puede parecer difícil de aceptar, no es algo malo en sí. Es un sentimiento de dolor anímico producido por un suceso desfavorable, que suele manifestarse con un estado de ánimo pesimista, acompañado de insatisfacción y ganas de llorar, aunque no necesariamente. La tristeza permite tramitar una pérdida, es en sí el proceso de tramitación psíquica de dicha pérdida: una persona querida, un examen importante o no... un campeonato deportivo.
En cambio, la depresión es un estado de no elaboración del duelo, es permanente, habiendo llegado para quedarse. Anula -según sea el grado- la capacidad de trabajar, la iniciativa, la posibilidad de amar, incluyendo un desinterés visible y manifiesto por los atractivos de la vida, desvitalizándose todo proyecto vital.
En la tristeza, ante situaciones disruptivas, por lo inesperadas, se produce habitualmente el proceso que comunmente llamamos duelo, cuyo transitar no anula la capacidad de trabajar y disfrute en forma completa, ya que el vínculo con el mundo compartido, con los lazos sociales, se mantiene. La tristeza es sabia, ya que se trata de un trabajo psíquico que ayuda a aceptar los cambios. Siempre dentro de un tiempo prudencial.
La depresión, a veces tomada como sinónimo de melancolía, tiene otra característica. Es un trastorno de salud mental abrumador y continuo que puede impactar drásticamente en la vida diaria. Es un estado que se ha vuelto permanente, y paraliza la vida completa de la persona. En el extremo, estamos hablando de un proceso melancólico.
Está bien ponerse triste, porque así se logra trabajar, metabolizar, llorar y aceptar al fin el objeto perdido (un trabajo, un amor... una competencia). En cambio, está comprobado que la supresión de la tristeza cuando es necesario transitarla, puede traducirse en depresión encubierta.
Esto último sucede a veces cuando se produce lo que se llama negación de un estado emocional, en donde aparecen estados maníacos y la gente puede asombrarse por ese estado que no concuerda con la pérdida. Este estado también es patológico, ya que la
En otro nivel, también se habla de angustia. Esto es un sentimento que incluye a veces sensaciones de ahogo, opresión en el tórax, sofocamiento, los llamados nudos en la garganta. Se trata de un sentimiento que invade a la persona, siendo en general su causamiento desconocido para el mismo, por eso es diferente a la tristeza.
La angustia es una señal de peligro frente a algo que la persona desconoce, que tiene origen desconocido, a diferencia del miedo a algo concreto y real, o de la fobia, que tiene un objeto al que se le tiene miedo, pero que no deja de ser un derivado de la angustia que ha encontrado un objeto.
Son conceptos que pueden separarse para poder acercarnos a una mejor comprensión, pero muchas veces estos van juntos.
Es importante generarse un espacio de pregunta frente a estos estados, para poder comprender lo que sucede y así poder desanudarlos.